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El invisible rey de la selva

En la selva del Maluba vivía Muskatá, la mosca que rugía como un león. Descubrió su particular habilidad siendo muy pequeñita, y cuando se hizo mayor, viajó a las lejanas tierras de Maluba, donde nadie pudiera conocerla. Nada más llegar, lanzó sus temibles rugidos aquí y allí, asustando a todos, haciendo siempre lo mismo: se escondía tras unos matojos y rugía amenazante; luego volaba rápidamente tras la espalda de su víctima y volvía a rugir:

– ¡GRRRRAUU!

Esperando ver un temible león, nadie reparaba en la pequeña mosca, que repetía esta y otras cosas parecidas, al tiempo que se burlaba diciendo:

– Jamás me llegarás a ver. Soy Rután, el más rápido y fuerte de la selva.
– ¿Ves? Podría destrozarte de un zarpazo antes de que te dieras cuenta.
– ¿Tienes miedo? Haces bien, porque soy el león más fiero que existe.

Finalmente, aterrorizados, todos los animales terminaron aceptando al león Rután como rey de la selva de Maluba.
Muskatá se dedicó entonces a vivir alegremente. Tenía todo lo que quería, y cuando algo le faltaba o buscaba diversión, no tenía más que rugir ferozmente y realizar un par de trucos.

Pero un día apareció por allí Tuga Tuga, una tortuga un poco loca. Según contaban, había estado años trabajando en un circo con los humanos, y aquello la había dejado majareta perdida. Muskatá no dejó pasar la ocasión de burlarse de la recién llegada, y preparó sus habituales sustos.
Pero nada más oír los rugidos y amenazas del invisible león, Tuga Tuga comenzó a morirse de la risa

– ¡Ja, ja, ja, ja! ¡Un león fantasma! Yo conocí un león fantasma, y un burro calvo, y una comadreja coja… ¡qué divertidos eran cuando bailaban! ¡Venga, vamos a bailar, leoncito!

Todos los animales se echaron a temblar, llenos de lástima por la pobre Tuga Tuga. Era la primera vez que alguien se atrevía a tratar así al temible Rután, y seguro que el ferocísimo león no tendría piedad de ella.

Muskatá, sin embargo, como no podía morder ni golpear a la tortuga, no tenía otro remedio que seguir rugiendo y amenazando. Pero la loca tortuga seguía riendo, sin hacer caso de las furiosas advertencias del león. En unos minutos, quedó claro que el león no iba a hacerle nada nada de lo que decía, y un atrevido pajarillo se unió a los chistes de Tuga Tuga sobre el león. Muskatá también trató de asustar al pajarillo con sus amenazas, pero tampoco pudo cumplir nada, y poco a poco otros animales se fueron uniendo al grupo de burlones. Finalmente, todos se reían del invisible Rután, llamándole cosas como: «el león que asustaba pero no mordía», «un rey con mucho rugido y pocas nueces» o «el gran león rey fantasma, ése que nunca hace nada»…

Y así acabaron los felices días de Muskatá, la mosca que rugía, que amenazó y mintió tanto, tanto, que cuando llegó el momento de cumplirlo, no podía.

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El gigante egoísta

El gigante egoísta Todas las tardes, a la salida de la escuela, los niños iban a jugar al jardín del gigante. Este era un gran jardín encantador, cubierto de un césped suave y verde. Por aquí y por allá, había hermosas flores como estrellas, y melocotoneros que en la primavera estallaban en delicadas flores de color rosa y en otoño daban ricos frutos. Los pájaros se posaban en los árboles y cantaban con dulzura.

Un día, después de siete años de ausencia, el gigante regresó y encontró a los niños jugando en su jardín.

—¿Qué hacen aquí? —gritó con voz áspera. Y los niños salieron corriendo.

— Mi jardín es mi jardín—dijo el gigante—. No voy a permitir que nadie más que yo juegue en él.

Entonces construyó un muro alto alrededor del jardín y puso un letrero enorme que decía:

“Se prohíbe la entrada. Quien no cumpla será castigado ”.

Él era un gigante muy egoísta.

Los pobres niños ahora no tenían dónde jugar. Intentaron jugar en la carretera, pero la carretera estaba muy polvorienta y llena de piedras y no les gustó. A menudo se reunían frente al muro a recordar el hermoso jardín oculto.

Luego llegó la primavera, y en todo el país había coloridas flores y pajaritos. Sin embargo, en el jardín del gigante egoísta todavía era invierno. Como no había niños, los pájaros no cantaban y los árboles se olvidaron de florecer. Solo una vez una flor se asomó entre el césped, pero apenas vio el cartel, se sintió tan triste por los niños que volvió a meterse bajo tierra para quedarse dormida.

Los únicos que se sentían a gusto en el jardín eran la nieve y la escarcha:

—La primavera se olvidó de este jardín —dijeron—, así que nos quedaremos aquí el resto del año.

La nieve cubrió el césped con su manto blanco, y la escarcha pintó de plateado los árboles. Enseguida invitaron a su triste amigo, el viento del norte, para que pasara con ellos el resto de la temporada.

Con el viento del norte llegó el granizo y el invierno del jardín se hizo aún más blanco y frío.

-No puedo comprender cómo la primavera tarda tanto en llegar — decía el gigante egoísta, al asomarse a la ventana—. Espero que pronto cambie el tiempo.

Pero la primavera no llegó, y tampoco el verano. El otoño dio dorados frutos a todos los jardines, pero al jardín del gigante no le dio ninguno.

Siempre fue invierno en la casa del gigante.

Una mañana, el gigante estaba en la cama todavía cuando escuchó una música muy hermosa. Era un pequeño jilguero cantando afuera de su ventana.

—Creo que la primavera ha llegado por fin —dijo el gigante, y saltó de la cama para correr a la ventana. ¿Y qué crees que vio?

Él vio algo maravilloso. Los niños habían entrado al jardín a través de un pequeño agujero en la pared. Los árboles estaban tan contentos de tener a los niños de nuevo que se habían cubierto de flores. Los pájaros volaban y cantaban con deleite, y las flores se asomaban entre el verde césped y reían. Era una escena encantadora.

—¡Qué egoísta he sido! —dijo el gigante —Ahora sé por qué aquí nunca llegó la primavera. Derribaré la pared, y mi jardín será de los niños por los siglos de los siglos. El gigante se sentía realmente avergonzado de su egoísmo, así que tomó su hacha y derribó el muro.

Si algún día pasaras por el hermoso jardín, leerías un enorme cartel que dice:

Mantén el amor en tu corazón, una vida sin él es como un jardín sin sol…

Y también encontrarías a un gigante jugando con los niños en el lugar más hermoso que hayas visto en tu vida.

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Las 12 princesas bailarinas

Las 12 princesas bailarinas Érase una vez un rey que tenía doce hijas, ellas eran las más hermosas de todo el reino. Las doce princesas dormían juntas en una enorme habitación con doce camas alineadas. Cada noche, el rey cerraba la puerta de la habitación con dos cerrojos.

Sin embargo, al abrir la puerta en la mañana, notaba que los zapatos de las jóvenes estaban rotos como si hubieran bailado toda la noche.

El rey, perplejo, les exigió una explicación, pero las princesas permanecieron en silencio. Fue entonces que proclamó a sus súbditos que quien descubriera el misterio de los zapatos rotos, tendría la oportunidad de tomar en matrimonio a una de sus hijas y convertirse en el futuro rey. Pero debía hacerlo en el término de tres días. De lo contrario, sería desterrado del reino.

A los pocos días, un príncipe se presentó ante el rey dispuesto a descubrir la verdad. Él fue bien recibido y alojado con toda comodidad en la habitación contigua donde dormían las princesas. Pero el príncipe parecía tener párpados de plomo y se quedó dormido al instante. Por la mañana, se enteró de que las doce hijas del rey habían salido en medio de la noche y que las suelas de los zapatos estaban rotas. Lo mismo sucedió en la segunda y la tercera noche.

El príncipe fue desterrado sin compasión alguna. Muchos más después de él corrieron con la misma suerte.

En esto, un soldado que regresó de la guerra llegó a las puertas del palacio del rey. Resulta que, mientras viajaba por un bosque tuvo un encuentro con una anciana que le preguntó hacia dónde se dirigía.

—Ni yo mismo lo sé —respondió el soldado y en tono de broma añadió—: Quisiera descubrir el misterio de las doce princesas y convertirme en rey.

—Eso no es difícil —dijo la anciana—. El secreto está en no tomar nada que te ofrezcan las princesas y fingir que duermes.

Luego le dio una capa y le dijo:

—Cuando te pongas esto te volverás invisible y podrás seguir a las princesas.

El soldado recibió las mismas atenciones que todos los demás. Cuando se dispuso a dormir llegó una princesa a ofrecerle una copa de vino. Él se ató una esponja a la barbilla y dejó caer el líquido en ella.

Sin tomar ni una sola gota de vino, fingió dormir profundamente. Las princesas se rieron cuando lo escucharon roncar. Entonces, comenzaron a ponerse sus extraordinarios vestidos. Las jóvenes saltaban de alegría pensando en el baile al que acudirían, a excepción de la más joven, quien les dijo:

Sin tomar ni una sola gota de vino, fingió dormir profundamente. Las princesas se rieron cuando lo escucharon roncar. Entonces, comenzaron a ponerse sus extraordinarios vestidos. Las jóvenes saltaban de alegría pensando en el baile al que acudirían, a excepción de la más joven, quien les dijo:

Antes de partir, las princesas le dieron unos golpecitos al soldado y él no se movió. La hermana mayor tocó su cama. Inmediatamente se hundió bajo el piso, y todas bajaron por la abertura a través de una escalera, una tras otra, la mayor guiando el camino. El soldado vio todo y, sin dudarlo, se puso la capa y siguió a la más joven. A la mitad de la escalera le pisó el vestido. Asustada, la más joven gritó:

—¿Quién está ahí? ¿Quién pisó mi vestido?

Las otras no hicieron caso a los gritos y siguieron el camino hasta llegar a un magnífico bosque de árboles cuyas hojas de plata brillaban esplendorosamente. El soldado pensó para sí mismo: “Será mejor que tome alguna prueba, ” y rompió una ramita.

La más joven escuchó el crujido y volvió a gritar:

—Algo no está bien. ¿Escucharon ese sonido?

La hermana mayor respondió:

—No pasa nada, ese debe ser el saludo alegre de nuestros príncipes.

Luego llegaron a un segundo bosque donde los árboles eran de oro, y finalmente a un tercero, en que eran de diamantes claros. El soldado rompió una ramita de cada uno de ellos. Los crujidos asustaron a la más joven, pero la mayor insistió en que solo se trataba de saludos alegres.

Las princesas continuaron el camino hasta llegar a un gran cuerpo de agua. En ese lugar se encontraban doce barcos y en cada barco había un apuesto príncipe esperándolas. Cada príncipe invitó a una princesa a abordar su barco. El soldado se subió al barco de la más joven. Notando el cambio de peso, el príncipe dijo:

—No sé por qué el bote es mucho más pesado hoy. Tengo que remar con todas mis fuerzas para llegar a nuestro destino.

Al cabo de unos minutos, llegaron a un castillo iluminado con música alegre de timbales y trompetas. Cada princesa bailó con un príncipe. El soldado invisible también bailó. La princesa más joven seguía sintiéndose muy incómoda, pero nadie le prestaba atención. A las tres de la madrugada se marcharon cuando los zapatos estaban hechos trizas y no podían seguir bailando.

Los príncipes remaron de regreso al bosque. Esta vez, el soldado se sentó junto a la mayor en el primer barco. Las princesas se despidieron de sus príncipes y prometieron volver a la noche siguiente.

El soldado subió la escalera antes que las princesas y se fue a su cama. Cuando las doce princesas entraron a la habitación, volvió a roncar tan fuerte que todas pudieron escucharlo.

—¡De este nos hallamos seguras! —se dijeron entre sí.

Luego se quitaron sus hermosas ropas y las guardaron, colocaron sus zapatos gastados debajo de sus camas y se fueron a dormir.

A la mañana siguiente, el soldado no dijo nada; quería volver a participar de las magníficas fiestas. Todo sucedió como la primera vez, las princesas bailaron hasta estropear sus zapatos. Sin embargo, a la tercera noche, el soldado se llevó una copa como prueba.

Cuando llegó la hora en que debía rendir cuentas al rey, el soldado trajo las tres ramitas y la copa. Las doce princesas se pararon detrás de la puerta y escucharon lo que él tenía que decir.

El rey le preguntó:

—¿Dónde han estropeado mis hijas sus zapatos?

A lo que el soldado respondió:

— Bailando con doce príncipes en un palacio subterráneo.

Luego relató toda la historia y presentó las pruebas. El rey convocó a sus hijas y les preguntó si el soldado había dicho la verdad. Al ver que habían sido descubiertas, tuvieron que admitirlo todo.

En ese momento, el rey le preguntó al soldado con cuál de sus hijas quería casarse. El soldado respondió:

—Yo no soy joven, así que prefiero casarme con la princesa mayor.

Su boda se celebró el mismo día, el rey lo nombró heredero del trono. En cuanto a los príncipes, quedaron encantados durante tantos días como noches habían bailado con las princesas.

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Fantasía Niños

El regalo de la princesa

El regalo de la princesa Érase una vez una pequeña princesa que al cumplir los diez años tuvo una fantástica fiesta. Había músicos, flores, helado de fresa y pasteles con glaseado rosa. Los invitados trajeron los más maravillosos regalos.

El rey, su padre, le regaló un poni blanco con una cola larga y un arnés azul plateado. La reina, su madre, la sorprendió con una vajilla de oro para sus muñecas. Había muchos regalos hermosos: un anillo de piedras preciosas, una docena de vestidos de seda, un ruiseñor en una jaula de oro; pero todos esperaban saber cuál sería el regalo del hada madrina de la pequeña princesa.

Igualmente, especulaban cómo llegaría a la fiesta, pues el hada era impredecible. Algunos decían que llegaría volando con sus alas doradas, otros, la imaginaban sobre el palo de una escoba. Pero para la fiesta de la princesa, el hada llegó a pie, con un vestido rojo y delantal blanco. Sus ojos brillaron cuando le entregó su regalo a la princesa. El regalo era muy extraño: ¡solo una pequeña llave negra!

—Esta llave abrirá una pequeña casa al final del jardín, ese es mi regalo de cumpleaños— dijo el hada madrina—. En la casita encontrarás un tesoro.

Entonces, tan repentinamente como había llegado, el hada madrina se había marchado con una sonrisa entre los labios.

Los invitados se preguntaban acerca de la casita, algunos de ellos fueron al final del jardín para verla. Sin embargo, lo que encontraron fue una pequeña cabaña con techo de paja, limpia y ordenada, pero ordinaria. Así que alzaron la nariz y regresaron al castillo.

—¡Qué regalo tan corriente y pobre! —dijeron.

La pequeña princesa puso la llave en su bolso de seda y se olvidó de ella por el resto de la fiesta. Al final, decidió visitarla.

La casita despertaba su curiosidad, porque era muy diferente a su castillo. El castillo tenía grandes ventanas de colores, pero la casita tenía geranios carmesíes que colgaban de las ventanas y cortinas blancas.

Entonces, abrió la puerta y entró. El castillo tenía muchas habitaciones, grandes y solitarias, pero la casita tenía una habitación, pequeña y muy acogedora. Allí encontró una chimenea cuyo fuego parecía bailar al son del agua que burbujeaba en un pequeño fogón.

La mesa estaba puesta para el té. Era un té común, acompañado de pan blanco, mantequilla, miel y leche. La princesa se sentó a tomar el té.

—Qué agradable era la casita— pensó—. ¡Qué inusualmente hambrienta estaba!

Aunque podía degustar los más exquisitos manjares en su castillo; en su propia casita descubrió que nada era tan delicioso como el pan con mantequilla, y que su leche sabía tan dulce como la miel.

Después del té, la princesa notó en un rincón de la casita, una máquina de coser con tela de lino y se puso a coser. El fuego de la chimenea bailó, el agua del fogón cantó y la máquina de coser zumbó alegremente. Fue tan maravilloso ese momento en la casita, que la princesa también comenzó a cantar. Ella cantaba como un pajarito, sin embargo, nunca antes lo había intentado.

—Te escuché cantar y me detuve—dijo una voz muy suave.

La princesa vio a un niño de su misma edad. Su cara era muy agradable, pero estaba vestido con ropa harapienta. Su camisa estaba tan llena de agujeros que apenas cubría su espalda.

—¿Qué estás cosiendo? — le preguntó.

La princesa no sabía hasta ese momento qué estaba cosiendo, pero lo comprendió de inmediato.

—Estoy cosiendo una camisa nueva para ti — respondió.

—¡Oh, gracias! — dijo el niño sonriendo.

Entonces, la pequeña princesa pensó en lo que había dicho su madrina:

—En la casita encontrarás un tesoro.

En la casita no había oro, ni nada de lo que ella consideraba un tesoro. Pero su corazón también cantaba. Eso lo era todo; su hada madrina le había dado el regalo de un corazón contento.

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Fantasía

Fip, el dragón sin fuego y sin llamas

Amistad y amor

Enseñanza: La capacidad de amar no se gasta con el uso, sino que crece, mientras que el odio lo llena todo.

Ambientación: Una antigua tierra de dragones.

Personajes: Un dragón y sus amigos
Fip era un dragón diferente. No tenía el aspecto terrorífico de sus primos y hermanos. Siempre estaba alegre y de buen humor. Y no escupía fuego. Y es que Fip, al contrario que todos los demás dragones, tenía corazón. Era tan chiquitito que nadie sabía que lo tenía, y lo reservó para poder querer a un amigo.

Por miedo a que se le llenara un corazón tan pequeño, eligió hacerse amigo de una hormiga. Se sintió feliz teniendo una amiga, y resultó que aún le quedaba libre un pedacito de corazón.

Lo usó para hacerse amigo de un ratoncillo, que tampoco lo gastó del todo, y detrás le siguieron un pájaro, una liebre, una oveja, un oso y otros animales. Fip empezó a sospechar que el cariño por sus amigos nunca llenaría su corazón, y dejó de preocuparse por su tamaño. Hizo tantos amigos como pudo y se convirtió en un dragón feliz.

Lo que no sabía Fip era que, igual que el odio encoge los corazones, el amor los agranda. Su corazón creció tanto que los demás dragones terminaron por descubrirlo. Llenos de rabia y envidia lo encadenaron para abrasarlo.

Mientras las cadenas lo sujetaban para que no volara más que unos metros, decenas de dragones lo rodearon listos para lanzar sus llamas. Fip pensó en sus amigos y la pena que sentirían por él, y decidió luchar. Cerró los ojos y con todas sus fuerzas trató de lanzar la primera bocanada de fuego de su vida…

No lo consiguió. Él no escupía fuego. Pero un ruido como de agua le hizo abrir los ojos. A su alrededor los dragones miraban asombrados y empapados. De la boca de Fip había surgido un río más poderoso que el fuego de mil dragones. Sorprendido, volvió a intentar escupir agua, pero esta vez surgieron rayos que rompieron sus cadenas.

Al tercer intento sopló un viento envuelto en aromas de flores que secó a los dragones y arregló el desastre causado por su río. Ante el asombro general, Fip siguió soltando por su boca todo tipo de regalos y bendiciones, tan poderosos que lo convirtieron en el rey de las montañas.

Así fue como los dragones descubrieron que tenían un corazón diminuto y lleno de ira que solo escupía fuego. Pero ahora, gracias a Fip, sabían que podía escupir cualquier cosa. Solo había que vaciarlo de odio y de rabia para poder llenarlo de amigos.

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Fantasía

Una paz casi imposible

🧑 Paz 🧑

Enseñanza: Construir una verdadera paz requiere que aquellos que se sienten con derecho a atacar den pasos hacia el perdón y la reconciliación

Ambientación: Un mundo de cuento

Personajes: Gigantes y dragones

🧑 Gigantes y dragones eran enemigos desde siempre. Pero habían aprendido mucho. Ya no eran tan tontos de montar guerras con terribles batallas en las que morían miles de ellos. Ahora lo arreglaban cada año jugando partidas de bolos. Un gigante contra un dragón. Quien perdía se convertía en esclavo del ganador. Si un dragón ganaba tendría un musculoso gigante para todas las tareas pesadas. Si lo hacía el gigante, tendría vuelos y fuego gratis para todo un año.

Así habían evitado las muertes, pero cada vez se odiaban más. Cada año los ganadores eran más crueles con los perdedores, para vengarse por las veces que habían perdido. Llegó un momento en que ya no querían ganar su partida de bolos. Lo que querían era no perderla.

Y el que más miedo tenía era el gigante Yonk, el mejor jugador de bolos. Nunca había perdido. Muchos dragones habían sido sus esclavos, y se morían de ganas por verle perder y poder vengarse. Por eso Yonk tenía tanto miedo de perder. Especialmente desde la partida del último año, cuando falló la primera tirada de su vida. Y decidió cambiar algo.

Al año siguiente volvió a ganar. Cuando llegó a su casa con su dragón esclavo este esperaba el peor de los tratos, pero Yonk le hizo una propuesta muy diferente.

– Este año no serás mi esclavo. Solo jugaremos a los bolos y te enseñaré todos mis secretos. Pero debes prometerme una cosa: cuando ganes tu partida el año que viene, no maltratarás a tu gigante. Harás lo mismo que estoy haciendo yo contigo.

El dragón aceptó encantado. Yonk cumplió su promesa: pasó el año sin volar ni calentarse. También cumplió el dragón, y desde entonces ambos hicieron lo mismo cada año. La idea de Yonk se extendió tanto que en unos pocos años ya eran muchos los gigantes y dragones que se pasaban el día jugando a los bolos, olvidándose de las luchas y los malos tratos, tratándose más como compañeros de juegos que como enemigos.

Mucho tiempo después Yonk perdió su primera partida. Pero para entonces ya no tenía miedo de perder, porque había sido él quien, renunciando a esclavizar a sus dragones, había terminado con su odio, sembrando la primera semilla de aquella paz casi imposible entre gigantes y dragones.

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Animales Fantasía

Eduardo y el dragón

🙆‍ Ingenio 🙆‍

Enseñanza: El ingenio es la mejor arma de todas y se debe emplear siempre antes de recurrir a la violencia

Ambientación: Una gran cueva en una montaña

Personajes: Un niño y un dragón

🙆‍ Eduardo era el caballero más joven del reino. Aún era un niño, pero era tan valiente e inteligente, que sin haber llegado a luchar con ninguno, había derrotado a todos sus enemigos. Un día, mientras caminaba por las montañas, encontró una pequeña cueva, y al adentrarse en ella descubrió que era gigantesca, y que en su interior había un impresionante castillo, tan grande, que pensó que la montaña era de mentira, y sólo se trataba de un escondite para el castillo.

Al acercarse, Eduardo oyó algunas voces. Sin dudarlo, saltó los muros del castillo y se acercó al lugar del que procedían las voces.

-¿hay alguien ahí?- preguntó.

– ¡Socorro! ¡ayúdanos! -respondieron desde dentro-llevamos años encerrados aquí sirviendo al dragón del castillo.
¿Dragón?, pensó Eduardo, justo antes de que una enorme llamarada estuviera a punto de quemarle vivo. Entonces, Eduardo dio media vuelta muy tranquilamente, y dirigiéndose al terrible dragón que tenía enfrente, dijo:

– Está bien, dragón. Te perdono por lo que acabas de hacer. Seguro que no sabías que era yo
El dragón se quedó muy sorprendido con aquellas palabras. No esperaba que nadie se le opusiera, y menos con tanto descaro.

– ¡Prepárate para luchar, enano!, ¡me da igual quien seas! — rugió el dragón.

– Espera un momento. Está claro que no sabes quién soy yo. ¡Soy el guardián de la Gran Espada de Cristal!.-siguió Eduardo, que antes de luchar era capaz de inventar cualquier cosa- Ya sabes que esta espada ha acabado con decenas de ogros y dragones, y que si la desenvaino volará directamente a tu cuello para darte muerte.
Al dragón no le sonaba tal espada, pero se asustó. No le gustaba nada aquello de que le pudieran cortar el cuello. Eduardo siguió hablando.

– De todos modos, quiero darte una oportunidad de luchar contra mí. Viajaremos al otro lado del mundo. Allí hay una montaña nevada, y sobre su cima, una gran torre. En lo alto de la torre, hay una jaula de oro donde un mago hizo esta espada, y allí la espada pierde todo su poder. Estaré allí, pero sólo esperaré durante 5 días

Y al decir eso, Eduardo levantó una nube de polvo y desapareció. El dragón pensó que había hecho magia, pero sólo se había escondido entre unos matorrales. Y el dragón, deseando luchar con aquel temible caballero, salío volando rápidamente hacia el otro lado del mundo, en un viaje que duraba más de un mes.

Cuando estuvo seguro de que el dragón estaba lejos, Eduardo salió de su escondite, entró al castillo y liberó a todos los allí encerrados. Algunos llevaban desaparecidos muchísimos años, y al regresar todos celebraron el gran ingenio de Eduardo.

¿Y el dragón? ¿Pues os podéis creer que en el otro lado del mundo era verdad que había una montaña nevada, con una gran torre en la cima, y en lo alto una jaula de oro? Pues sí, y el dragón se metió en la jaula y no pudo salir, y allí sigue, esperando que alguien ingenioso vaya a rescatarle…

🙆‍ Un minuto para pensar…

Eduardo es solo un niño, pero podría haber sido una niña o un anciano ¿te das cuenta de que la inteligencia es más importante que el tamaño o la fuerza? La inteligencia por sí misma no es suficiente ¿qué crees que habría pasado si Eduardo no fuera tan valiente y no se atreviera a acercarse al dragón?

🙆‍ Una buena conversación

Habla con tu hijo sobre la importancia de saber utilizar bien la inteligencia, poniendo ejemplos famosos de personas que la utilizaron para hacer el bien, y personas que la utilizaron para hacer el mal

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El hada fea

🧚‍ Aceptarnos tal como somos 🧚‍

Enseñanza: Todos podemos conseguir grandes cosas, y tenemos en nosotros lo necesario para conseguirlas. No debemos darle importancia a la belleza exterior, y querer cambiar sólo por cómo nos vean los demás

Ambientación: EL país de las hadas

Personajes: Las hadas y las brujas

🧚‍ Había una vez una aprendiz de hada madrina, mágica y maravillosa, la más lista y amable de las hadas. Pero era también una hada muy fea, y por mucho que se esforzaba en mostrar sus muchas cualidades, parecía que todos estaban empeñados en que lo más importante de una hada tenía que ser su belleza.

En la escuela de hadas no le hacían caso, y cada vez que volaba a una misión para ayudar a un niño o cualquier otra persona en apuros, antes de poder abrir la boca, ya la estaban chillando y gritando:
– ¡fea! ¡bicho!, ¡lárgate de aquí!.

Aunque pequeña, su magia era muy poderosa, y más de una vez había pensado hacer un encantamiento para volverse bella; pero luego pensaba en lo que le contaba su mamá de pequeña:

– tu eres como eres, con cada uno de tus granos y tus arrugas; y seguro que es así por alguna razón especial…

Pero un día, las brujas del país vecino arrasaron el país, haciendo prisioneras a todas las hadas y magos. Nuestra hada, poco antes de ser atacada, hechizó sus propios vestidos, y ayudada por su fea cara, se hizo pasar por bruja.

Así, pudo seguirlas hasta su guarida, y una vez allí, con su magia preparó una gran fiesta para todas, adornando la cueva con murciélagos, sapos y arañas, y música de lobos aullando.

Durante la fiesta, corrió a liberar a todas las hadas y magos, que con un gran hechizo consiguieron encerrar a todas las brujas en la montaña durante los siguientes 100 años.

Y durante esos 100 años, y muchos más, todos recordaron la valentía y la inteligencia del hada fea. Nunca más se volvió a considerar en aquel país la fealdad una desgracia, y cada vez que nacía alguien feo, todos se llenaban de alegría sabiendo que tendría grandes cosas por hacer.

🧚‍ Un minuto para pensar...

Hay gente que es más guapa o más fea ¿Crees que eso les hace mejores o peores? ¿Piensas que ser guapo o guapa es una ventaja para ser mejor persona, o podría ser un inconveniente? ¿Con qué tipo de persona preferirías pasar una tarde: con una muy guapa o con una muy buena? ¿Por qué?

🧚‍ Una buena conversación

“Seguro que es así por alguna razón especial”. En la vida hay que cosas que no nos gustan que luego terminan siendo muy importantes. Seguro que puedes contarle a tu hijo alguna experiencia personal en la que algo que parecía una desventaja o problema terminó resultando fundamental en tu vida.

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El cohete de papel

🚀 Valores – Laboriosidad y esfuerzo 🚀

Enseñanza: Las cosas se aprecian mucho más cuando las hemos hecho nosotros mismos con esfuerzo e ilusión

Ambientación: Una ciudad cualquiera

Personajes: Un niño y un cohete

🚀 Había una vez un niño cuya mayor ilusión era tener un cohete y dispararlo hacia la luna, pero tenía tan poco dinero que no podía comprar ninguno. Un día, junto a la acera descubrió la caja de uno de sus cohetes favoritos, pero al abrirla descubrió que sólo contenía un pequeño cohete de papel averiado, resultado de un error en la fábrica.

El niño se apenó mucho, pero pensando que por fin tenía un cohete, comenzó a preparar un escenario para lanzarlo. Durante muchos días recogió papeles de todas las formas y colores, y se dedicó con toda su alma a dibujar, recortar, pegar y colorear todas las estrellas y planetas para crear un espacio de papel. Fue un trabajo dificilísimo, pero el resultado final fue tan magnífico que la pared de su habitación parecía una ventana abierta al espacio sideral.
Desde entonces el niño disfrutaba cada día jugando con su cohete de papel, hasta que un compañero visitó su habitación y al ver aquel espectacular escenario, le propuso cambiárselo por un cohete auténtico que tenía en casa. Aquello casi le volvió loco de alegría, y aceptó el cambio encantado.

Desde entonces, cada día, al jugar con su cohete nuevo, el niño echaba de menos su cohete de papel, con su escenario y sus planetas, porque realmente disfrutaba mucho más jugando con su viejo cohete. Entonces se dio cuenta de que se sentía mucho mejor cuando jugaba con aquellos juguetes que él mismo había construido con esfuerzo e ilusión.

Y así, aquel niño empezó a construir él mismo todos sus juguetes, y cuando creció, se convirtió en el mejor juguetero del mundo.

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La princesa de fuego

💃 Valores – Amor, compromiso y pasión 💃

Enseñanza: El amor de verdad es la mayor fuerza para cambiar el mundo desde dentro, empezando por nosotros mismos.

Ambientación: Un reino lejano

Personajes: Una princesa y un joven

 

💃 Hubo una vez una princesa increíblemente rica, bella y sabia. Cansada de pretendientes falsos que se acercaban a ella para conseguir sus riquezas, hizo publicar que se casaría con quien le llevase el regalo más valioso, tierno y sincero a la vez. El palacio se llenó de flores y regalos de todos los tipos y colores, de cartas de amor incomparables y de poetas enamorados. Y entre todos aquellos regalos magníficos, descubrió una piedra; una simple y sucia piedra. Intrigada, hizo llamar a quien se la había regalado. A pesar de su curiosidad, mostró estar muy ofendida cuando apareció el joven, y este se explicó diciendo:

– Esa piedra representa lo más valioso que os puedo regalar, princesa: es mi corazón. Y también es sincera, porque aún no es vuestro y es duro como una piedra. Sólo cuando se llene de amor se ablandará y será más tierno que ningún otro.

El joven se marchó tranquilamente, dejando a la princesa sorprendida y atrapada. Quedó tan enamorada que llevaba consigo la piedra a todas partes, y durante meses llenó al joven de regalos y atenciones, pero su corazón seguía siendo duro como la piedra en sus manos. Desanimada, terminó por arrojar la piedra al fuego; al momento vio cómo se deshacía la arena, y de aquella piedra tosca surgía una bella figura de oro. Entonces comprendió que ella misma tendría que ser como el fuego, y transformar cuanto tocaba separando lo inútil de lo importante.

Durante los meses siguientes, la princesa se propuso cambiar en el reino, y como con la piedra, dedicó su vida, su sabiduría y sus riquezas a separar lo inútil de lo importante. Acabó con el lujo, las joyas y los excesos, y las gentes del país tuvieron comida y libros. Cuantos trataban con la princesa salían encantados por su carácter y cercanía, y su sola prensencia transmitía tal calor humano y pasión por cuanto hacía, que comenzaron a llamarla cariñosamente «La princesa de fuego».

Y como con la piedra, su fuego deshizo la dura corteza del corazón del joven, que tal y como había prometido, resultó ser tan tierno y justo que hizo feliz a la princesa hasta el fin de sus días

💃Un minuto para pensar…

¿Qué crees que es lo que le gustó a la princesa del joven del cuento? Este dice al principio que su corazón aún no pertenece a la princesa ¿crees que tenía algún motivo para quererla? ¿Por qué crees que termina queriéndola? ¿Se te ocurre alguna forma de conseguir que los demás te quieran más?

💃Una buena conversación

A cualquier niño le encanta oír hablar a sus padres sobre su historia de amor. Aprovecha este cuento para contarle a tu hijo cómo os conocísteis y qué es lo que más os gustó de cada uno. Aprovecha para explicarle que los más importante no es el principio, sino todo lo que sigue después.